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NUESTRO LOGO

Hace muchos años las notas escritas salían sin un símbolo visual que nos identifique como institución, pensamos entonces en la necesidad de crear un logo.
Propuse así convocar a una persona muy especial en la vida de mi familia, una mujer destacada en las artes. Era pintora, escultora, pianista, con premios provinciales, nacionales e internacionales, recibida en el Instituto de Bellas Artes de Córdoba; pero por sobre todo, abuela de Marito…
Ella debía ser parte de esta hermosa historia, su nombre Nilda Zul Curet, un ser espiritual con inmenso amor. Nilda hizo varios bocetos hasta que los miembros de Comisión Directiva elegimos el que hoy nos identifica, por el sentido que leímos en él.
Un gran circulo de manos/eslabones, simbolizaban una fuerte cadena muy difícil de romper, rodeando a un niño perfecto.
Recuerdo que hable mucho con ella, ya que el gráfico no representaba a una persona con discapacidad motora. Sucedía que Nilda no podía ver a su nieto con carencias y me dijo: «solo puedo verlo como un todo perfecto, porque así es la mirada de Dios, solo ve con los ojos del amor, sin importar las diferencias”.
Tan integra era su expresión, que cada vez que se disponía a dibujar, lo primero que imaginaba era un círculo representando al todo y quién estaría dentro de él. “Dentro de ese todo que es la vida, no hay seres que no sean vistos por Dios como lo perfecto. Un ser perfecto con los brazos dirigidos al cielo en unión con lo divino, y los pies que están en unión con la tierra”.
Eran los años jóvenes de A.P.PA.CE. cuando con mucho esfuerzo abríamos surcos en nuestra provincia para lograr espacios de rehabilitación. Entonces mirar esa imagen que se fue replicando en todos los lugares, impregnó como un símbolo que hasta hoy nos da identidad, fuerza, unión, y creatividad.
Pasaron los años y esos niños crecieron, vinieron otros, y, se sumaron jóvenes y adultos. Ese abrazo se fue haciendo cada vez más amplio, ofreciendo mejores posibilidades de rehabilitación, con nuevas técnicas y tecnologías, apostamos a la capacitación de los profesionales para tener bases sólidas de conocimiento, cobijamos a las familias que encontrábamos en el camino o que venían voluntariamente para sentirse comprendidas. Sumamos así colaboradores, las manos se multiplicaban y nos hacíamos cada vez más fuerte frente a la defensa de los derechos de las personas con discapacidad.
Hoy siento que este logo a través de los años fluye como un hilo conductor invisible, lleno de energía vital, teñido de color verde.
Agradezco tanto a Nilda porque con su forma de ver me enseñó a abrir los ojos y ver un horizonte lleno de esperanzas.

 

Beatriz Jorge
Miembro de Comisión Directiva de APPACE